Desde mi perspectiva, hablar de paz implica hablar de amor, un amor que es infinito y casi incondicional. Para lograrla, es fundamental cultivar la paz interior, evitar hacer daño a otros y ayudarles a alcanzarla también. Sin esta paz interna, la vida puede resultar caótica tanto en lo personal como en lo externo, reflejándose en nuestras relaciones y en nuestra salud física. Es necesario amarse a uno mismo lo suficiente para poder amar a los demás sin importar su origen, religión, educación o estatus social, interactuando con paciencia y compasión. Considero que esta es la clave para la humanidad.








